domingo, 16 de mayo de 2010

AUDIENCIAS DEL 10 y 11 DE MAYO

Durante las audiencias de esta semana, varios testigos preguntaron ¿Dónde está Guerrero?, al no encontrar al oficial Guerrero entre los imputados. Al inicio del debate la fiscalía y las querellas habían solicitado que se unifiquen ambas causas, pero el planteo fue rechazado. Guerrero logró desvincularse de este juicio al profugarse durante la instrucción, Si bien el tribunal dijo estar de acuerdo en que las causas debían unificarse porque los testigos y los hechos eran los mismos tanto para una como para la otra, decidieron por unanimidad no realizarlo argumentando que no era posible por los tiempos en que se hallaba cada uno de los procesos judiciales. Esto significará la reedición de los testimonios en un Juicio posterior al actual, con las consecuencias revictimizantes para los testigos que deberían de evitarse.

Como viene sucediendo desde el inicio de las declaraciones testimoniales, los testigos van consolidando cada una de las acusaciones que pesan sobre los imputados, y dejando en claro el rol que ocupó la U9 dentro de la maquinaria de exterminio.

La semana se inició con la declaración de Dalmiro Suárez, quien en un extenso relato, describió el progresivo endurecimiento del régimen carcelario, hasta concluir que todo el tiempo vivían situaciones límites, desde que se levantaban hasta que se acostaban. Dalmiro relató además, las desapariciones y asesinatos que sufrió su familia durante el tiempo que permaneció detenido.

En cuanto a los médicos, fue terminante: los médicos no eran ajenos al sistema de exterminio.

Luego declaró Rubén Aníbal Jantzon, quien describió que en reiteradas ocasiones fue enviado a los calabozos de castigo, en una de ellas, permaneció un mes, y se escuchaban los tormentos que sufrían los demás compañeros. "Uno no sabe si es preferible estar acá o ahí, creo que es más fácil soportar las torturas que escuchar lo que le están haciendo a otro”

El testimonio de Jantzon aportó un elemento desconocido hasta ahora, ya que manifestó que la requisa de 13 de diciembre de 1976 también se realizó en los calabozos de castigo.

Al final de la declaración, y preguntado por su categorización dentro de la cárcel, manifestó que la ignoraba, pero se permitió una ironía: “a la luz de la historia, creo que soy recuperable”.

A continuación declaró José María Iglesias. Su duro testimonio incluyó el recorrido por diversos centros clandestinos de la zona norte, y sus propios padecimientos, pero en especial se refirió a su amigo y compañero de militancia Juan Carlos Deghi, secuestrado a pocos metros de la U9. Sobre esto, dijo: "Todas las pérdidas duelen, todas las muertes son dolorosas, pero al Dr. Deghi le dan la libertad para que otro tenga la libertad de asesinarlo, es una falta terrible, es como abrirle la puerta a un pajarito para que salga volando y matarlo".

El día martes, comenzó la jornada con el testimonio de Jorge Taiana y relató que en otras cárceles, los Directores se negaban a que el Ejército retirara a los presos del penal, sin orden judicial, cosa que aquí no sucedió.

Taiana agregó otro duro momento para la defensa de Dupuy: el defensor le preguntó si creía que el entonces Director de la U9 podría haber evitado que retiraran gente del penal, a lo cual Taiana contestó “sí, porque la responsabilidad por la seguridad de las personas en un penal, es de los empleados del penal. Era alevosa la ilegalidad del traslado, y luego del primer caso (el de Dardo Cabo y Rufino Pirles), era obvio el resultado que iba a tener.”

Luego declaró Rodolfo Páez, quien al momento de su secuestro era delegado del Frigorífico Swift. Páez también complicó a la defensa de los médicos penitenciarios: relató que un compañero de Mendoza, el Dr. Angel Bustelo, fue llevado a los calabozos de castigo. Por su edad y estado físico, era muy difícil que soportara estar allí, y uno de los médicos del Servicio Penitenciario al verlo en el lugar, ordenó que lo retiraran. Hasta el momento, la defensa de los médicos apunta a demostrar que ellos no podían ingresar en los “chanchos” y mucho menos, ordenar que retiraran a alguien de allí.

A continuación, declaró Luis Bloga, quien trabajaba en Astilleros Río Santiago al momento de ser secuestrado. Relató sus tres meses de cautiverio en 1 y 60, hasta que lo legalizaron y lo duro que fue el régimen carcelario. Bloga declaró visiblemente nervioso y emocionado, ya que tenía temor de no poder identificar a los imputados. Si bien el Tribunal le explicó que no era necesario, que han pasado muchos años y bastaba conque los describiera, resultaba evidente la necesidad personal de identificar a algunos de los imputados. Luego de identificar al Manchado Fernández su testimonio prosiguió con fluidez.

Finalmente, declaró Luis Córdoba, también trabajador de Astilleros. Su minucioso relato incluyó una descripción de las secuelas que el paso por la U9 ha dejado en los ex presos políticos: "Los guardias tenían un llavero con todas las llaves juntas, el movimiento de las llaves era un tormento para nosotros. Si algún guardia iba tocando los candados, eso ya atormentaba. Aún hoy me estremece ese ruido."

El relato de su liberación dejó de manifiesto el régimen de terror: relató que lo llamaron, le dijeron que arme el mono, pero no sabía si salía en libertad o si le esperaba la misma suerte que a otros compañeros que habían aparecido asesinados unos días después.

Contó también que era de noche y un reflector lo siguió durante todo el trayecto.

Se debió solicitar la postergación del testigo Alberto Calvo, quien sufrió el lunes a la madrugada un edema pulmonar por lo que fue internado en terapia intensiva. Sus médicos opinaron que es una necesidad terapéutica del paciente prestar declaración en este juicio. Recordamos que en el juicio por Floreal Avellaneda y su madre Iris, Calvo fue citado como testigo y cuando ya estaba en la sala de audiencias, luego de una espera de 8 horas, el tribunal decidió que no debía declarar ya que su caso sería investigado en un próximo juicio oral.

A continuación, declaró Luis Bloga, quien trabajaba en Astilleros Río Santiago al momento de ser secuestrado. Relató sus tres meses de cautiverio en 1 y 60, hasta que lo legalizaron y lo duro que fue el régimen carcelario. Bloga declaró visiblemente nervioso y emocionado, ya que tenía temor de no poder identificar a los imputados. Si bien el Tribunal le explicó que no era necesario, que han pasado muchos años y bastaba conque los describiera, resultaba evidente la necesidad personal de identificar a algunos de los imputados. Luego de identificar al Manchado Fernández su testimonio prosiguió con fluidez.

Finalmente, declaró Luis Córdoba, también trabajador de Astilleros. Su minucioso relato incluyó una descripción de las secuelas que el paso por la U9 ha dejado en los ex presos políticos: "Los guardias tenían un llavero con todas las llaves juntas, el movimiento de las llaves era un tormento para nosotros. Si algún guardia iba tocando los candados, eso ya atormentaba. Aún hoy me estremece ese ruido."

El relato de su liberación dejó de manifiesto el régimen de terror: relató que lo llamaron, le dijeron que arme el mono, pero no sabía si salía en libertad o si le esperaba la misma suerte que a otros compañeros que habían aparecido asesinados unos días después.

Contó también que era de noche y un reflector lo siguió durante todo el trayecto.

Se debió solicitar la postergación del testigo Alberto Calvo, quien sufrió el lunes a la madrugada un edema pulmonar por lo que fue internado en terapia intensiva. Sus médicos opinaron que es una necesidad terapéutica del paciente prestar declaración en este juicio. Recordamos que en el juicio por Floreal Avellaneda y su madre Iris, Calvo fue citado como testigo y cuando ya estaba en la sala de audiencias, luego de una espera de 8 horas, el tribunal decidió que no debía declarar ya que su caso sería investigado en un próximo juicio oral.