miércoles, 2 de junio de 2010

AUDIENCIAS 17 Y 18 DE MAYO

En el día lunes 17 de mayo, ell primer testigo fue Pedro Niselsky quien inició su relato con la detención sufrida el 25 de marzo de 1976 en su casa por parte de Prefectura y la Marina quienes lo trasladaron a la Escuela Naval de Ensenada con los ojos vendados.
Pedro era un empleado de Astilleros Río Santiago, un gremialista. Durante los interrogatorios que sufrió durante su secuestro se le preguntaba constantemente donde se encontraban las armas y quien había puesto la bomba.
Fue trasladado a la U9 con otros compañeros, y al llegar a la misma fueron recibidos por un doble cordón que a su paso los golpeaban dándoles trompadas y puntapiés. Y tras esto fueron llevados a una sala donde el director del penal les hace sacar la capucha, pudiendo identificar la presencia de dos médicos por su guardapolvo blanco.
El testigo estuvo presente en la requisa del 13 de diciembre y sobre la misma recordó que delante de él se encontraba su compañero Savala, a quien “Le dieron muchos golpes. Llegué a escuchar como le partían la mandíbula”.
También contó sobre su pasada por los chanchos, en la cual estuvo diez días por haber sacado dos platos de comida.
Sufrió dos interrogatorios por parte de militares. El primero fue realizado por lo que el denominó ”La inquisición”, militares, penitenciarios y un cura. Le preguntaron nuevamente por las armas, por la bomba en la fragata y quienes lo estaban visitando. El segundo estuvo a cargo de dos militares jóvenes uniformados, dos oficiales.

Luego habló Juan Cristóbal Mainer, quien fue detenido en Capital Federal el 29 de septiembre de 1976 y trasladado a un Centro Clandestino de Detención, junto a su hermana Marisel, su madre y su cuñado. Del 13 al 31 de octubre pasa a la Superintendencia de Coordinación Federal y luego es trasladado a Devoto durante 20 días aproximadamente hasta que una noche en un gran operativo es llevado a la U9.
Era fines de noviembre cuando al fin pudo salir al patio. Tenía 17 años cumplidos recientemente. (12 de octubre).
Estuvo una sola vez en los chanchos. Un guardia lo había autorizado a orinar en el patio y Rebayneda lo vio y lo llamó. Fue golpeado desde el patio hasta los chanchos. Era pleno invierno y lo sacaban al pasillo y lo bañaban con una manguera con agua helada. Lo metieron en la celda de seguridad nuevamente con un uniforme de verano y apareció un médico quien abrió la mirilla y dijo “que siga acá” y la cerró.
Los guardiacárceles pegaban constantemente. “Era porque si; era totalmente arbitrario. Porque estaba abierta la mirilla, porque la sábana no estaba doblada como decía el reglamento de la cárcel; porque estaban acostados en un horario que no era el de descanso. ¿Quién va hoy a los chanchos? Era una constante.”
Vio militares únicamente por una situación personal. Dos guardias lo llevaron al despacho de Dupuy donde se encontró con un militar “El Francés” y dos de sus hermanos, María Magdalena y Pablo Joaquín. En algunos momentos pudo estar a solas con ellos pero casi toda la conversación fue mediada por el militar. Esto sucedió entre junio y septiembre de 1977 y sus hermanos buscaban que él se vaya al exterior con ellos. Hoy se encuentran desaparecidos los dos.
En 1978 se entrevistó con personal de la Cruz Roja y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Recordó la campaña de amedrentamiento que sufrieron en los días previos por parte de los penitenciarios para que no declaren frente a estos organismos.
El 13 de enero de 1980 salió en libertad.

Prosiguió a este testimonio Eduardo Alberto Torres, quien fue secuestrado en la madrugada del 7 de abril de 1976 por personal civil e uniformado del ejército. Fue trasladado al Cuerpo de Infantería Motorizado de la Provincia de Buenos Aires ubicado en 1 y 59, donde fue tabicado y torturado mediante la picana eléctrica.
Es llevado a un campo abierto donde le hacen saber que tenían a su esposa también al hacerle escuchar su voz.
Permaneció durante 20, 25 días más en 1 y 59 destabicado lo cual le permitió conocer las caras de los compañeros con los que se encontraba por primera vez.
Entre el 20 y el 28 de mayo fue trasladado por el Grupo Pluma a la U9 junto a Raíl Castro y Carlos Becchio. Es en ese momento cuando les comunican que estaban al servicio del PEN.
Al llegar al penal, el director era Parenti. Fue llevado al pabellón 11 donde permaneció aislado por tres días. Fue de pabellón en pabellón y presenció como se iban sacando a los presos comunes del penal.
El 13 de diciembre de 1976 relató que se abrieron todas las puertas de las celdas. En el patio había dos filas de personal uniformado con ropa de fajina. “Llovían palos de todos lados.”
Tres celdas hacia el fondo del pabellón de donde se encontraba él, estaba Savala. Vio como un grupo de cuatro o cinco se dirigieron a toda velocidad hacia allí. Del grupo sobresalía una persona robusta que tiempo después se enteró que era el “Oso” Acuña.
Se enteraron que ese día había asumido Dupuy como nuevo director del penal. A partir de ese momento las medidas se empezaron a endurecer. Por ejemplo, el sufría una gastritis aguda con una dieta especial la cual le fue cortada.
“Era un campo de concentración con visitas.”

Por último, habló David Andenmatten, quien fue secuestrado el 27 de mayo de 1976 en la fábrica en la que trabajaba en Córdoba. El 27 de octubre de 1978 un número importante de compañeros, entre los que se encontraba Alberto Pinto, fueron trasladados en avión encapuchados y encadenados. Durante ese viaje, David relató que Alberto sufrió un ataque de epilepsia, al suceder esto comenzaron a tratarlo peor y lo ataron al fuselaje y lo amenazaron con tirarlo porque no le creían la enfermedad.
En la U9 los recibieron a patadas y trompadas, a un compañero (Héctor Ortiz) le reventaron la vejiga, comentó que esta recepción era "como una marca de la casa".
En la U9 estuvo siete meses, en los pabellones 13 y 16; una vez que llegó a esta institución no vio más a Alberto Pinto, quien estaba en el pabellón tres.
Contó que con sus compañeros trataban de proteger a Pinto debido a su enfermedad (ya que sufría de ataques de epilepsia). Recordó que Alberto estaba en un estado de debilidad absoluta por su enfermedad, mientras que los médicos lo revisaban y decían que estaba bien (entre los responsables estaban: Juri(o), Corsi y Herrera), y agregó: "el principal responsable fue Dupuy... también son responsables de lo que pasó los médicos... yo pienso que ningún médico que se considere tal puede permitir eso", Pinto no recibía las medicaciones que necesitaba y sufría ataques cada una semana como mínimo.
El 15 de noviembre de 1978, Pinto fue alojado en los chanchos, "fue algo que nos quedó marcado a todos", recordó el testigo.
Además agregó que en Argentina lo que sucedió "fue un plan sistemático de exterminio nacional físico o psíquico" y que cada centro tenía autonomía en sus decisiones, responsabilizando de los hechos de la U9 a Dupuy: "era muy claro que el plan de exterminio era decidido en cada lugar... Dupuy decidió esa política y la llevó adelante".

Al siguiente día prosiguieron los testimonios, reanudándose el juicio a las 10.20 horas, siendo el primer testigo Eduardo Victorio Paris, quien fue detenido el 29 de Marzo de 1976 en su domicilio en la localidad de Zárate, Provincia de Buenos Aires. A finales de Abril los trasladaron a la Unidad 9, en la cual reconoció que hubo un cambio en el régimen a partir del ascenso del nuevo director del penal en la requisa del 13 de diciembre, día que caracterizó como “fatal”. Además contó que en la misma les pegaron gente ajena a la unidad y que Zabala recibió una fuerte golpiza.
Además recordó que en su estadía en los chanchos recibió visitas de la Cruz Roja, motivo por el cual, según él, fue retirado de la celda de castigos antes.
Luego a él siguió Javier Marcelino Herrera, quien trabajó en el servicio penitenciario desde julio de 1966 hasta el momento de su detención, el 12 de abril de 1976, día en cual un cabo de policía lo esposó, lo encapuchó y lo subió a un carro de asalto.
Luego de pasar la noche en condiciones infrahumanas en el Regimiento de Infantería (1 y 60), fue trasladado a la Comisaría de Arana, donde recibió torturas con picana eléctrica y un simulacro de fusilamiento.
El 1 de agosto llegó a la u9, en la que permaneció cinco años.
Recordó que en la requisa del 13 de diciembre vio a Dupuy, Contini, Vega, al “oso” Acuña y al “nazi”, entre otros.
Estaba Cosso que conducía, pudo ver de refilon a Contini, a Dupuy y a Vega.
Terminados los testimonios, el Tribunal llamó a cuarto intermedio hasta el lunes 31 de mayo.

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